El
jueves pasado se guardó un minuto de silencio en la plaza de toros de Las
Ventas por el 93 aniversario de la muerte de uno de los toreros más grandiosos
que ha dado la Tauromaquia, José Gómez Ortega. Nacido en el seno de una
dinastía de matadores de toros, Los Gallo, no tardó en convertirse en un gran diestro.
Nos acercamos más a la figura de Joselito El
Gallo.
A sus trece años debutó en
Jerez de la Frontera y ya desde aquel momento empezó a sonar en los corrillos
taurinos el run run de que había
torero, de que ese niño estaba llamado a ser un portento del toreo. Y no se
equivocaron. Si bien su hermano, Rafael El
Gallo, también era un torero de renombre, Joselito dio ese paso más hacia
lo que supone marcar una época; nada más y nada menos que la Edad de Oro delToreo.
Fue esa etapa en la que
compitió con otro genio del Arte de Cúchares, Juan Belmonte. Durante su carrera
tuvo que medirse con espadas de la talla de Bombita,
Vicente Pastor, Rodolfo Gaona, y su propio hermano. Sin embargo, como decimos,
Joselito se disputó el cetro del toreo con el Pasmo de Triana, que era como se conocía a Juan Belmonte.
El conocimiento que Joselito
tenía de sus oponentes, su capacidad para anticiparse al comportamiento y a las
limitaciones de los astados, y el dominio de las suertes lo encumbraron como el
torero clásico más completo de aquel momento. El escenario taurino de aquella
época era inmejorable: de un lado la estética aportada por el toreo de Belmonte
y por otro, la técnica y conocimientos de Joselito. Dicho de otra manera, con
él el arte de torear se hacía ciencia.
Pero toda esa ciencia y esa
proyección de un diestro joven y en sazón quedaron truncadas un 16 de mayo de
1920 en Talavera de la Reina, donde Bailaor
acabó con su vida cuando sólo tenía 25 años. El destino quiso que Joselito El Gallo acabase haciendo el paseíllo en
una plaza en la que no estaba anunciado. Finalmente, aceptó torear en Talavera
tras el enfado de no verse acartelado en Talavera.
La muerte del diestro de Gelves
(Sevilla) fue un impacto nacional en unos años en los que las corridas de toros
eran el primer espectáculo de masas y los matadores estaban considerados
grandes héroes. Toda España se echó a la calle para acompañar el féretro en su
último adiós, sólo hay que revisar las páginas de los periódicos de la época.
El hecho de que le sigamos
recordando 90 años después de su fallecimiento da muestra de la dimensión de
Joselito El Gallo.
Texto: Estefanía G. Asensi
Texto: Estefanía G. Asensi